Muchas razones hay, no todas de fiar, para explicar el hecho de que desde Río Branco, los formuladores de la política externa brasileña no ponen sus pensamientos por escrito, sometiéndolos al cernidor del debate democrático y al juicio de la Historia. El Embajador Samuel Pinheiro Guimarães, Secretario General de Relaciones Exteriores de Brasil, se constituyó en una notable excepción a aquella regla.

Aún fuera del poder, el Embajador Samuel, a través de proficuos escritos, ya ha dado una notable contribución académica al respecto de una perspectiva brasileña en las relaciones internacionales. Ahora, luego de tres años de gobierno Lula, en el cual fue uno de los principales ideólogos de nuestra política exterior, el Embajador Samuel lanzó la obra “Desafíos Brasileños en la Era de los Gigantes”, Editora Contrapunto, Río de Janeiro, con 455 páginas.

El Embajador Samuel presenta el axioma de que la “política externa brasileña tiene que estar siempre fundada en la defensa de la paz, del multilateralismo, del derecho internacional y de la no-hegemonía; en normas internacionales que propicien el desarrollo y no consagren y profundicen los hiatos económicos y tecnológicos.”.

Con esta premisa mayor, el Autor analiza las disparidades sociales históricas de la sociedad brasileña así como sus vulnerabilidades y subdesarrollo. En seguida, el Autor examina y comenta las diversas estrategias existentes para superar las dificultades económicas, subrayando la importancia de la visión política del problema, que deberá definir el “modelo jurídico que delimita las actividades de las empresas.”.

El autor constata la realidad de que “justamente porque los países no se conforman con ciertos padrones de ventajas comparativas o porque desean mantenerlos es que los mercados internacionales no consiguen jamás presentar las condiciones definidas como de libre competencia”. Así, “el fundamento de la política comercial (tarifaria) debe ser la noción de que ésta debe ser en extremo selectiva, esto es, deben ser establecidas alícuotas suficientemente diferenciadas para otorgar protección a los sectores estratégicos para el desarrollo de la economía”.

De la misma manera y con una gran capacidad de visión, el Embajador Samuel trata de los desafíos comerciales internacionales y constata que las negociaciones multilaterales en la OMC, hemisféricas del ALCA e inter-regionales con la Unión Europea, del ángulo de sus promotores, países altamente desarrollados, tienden a impedir que los grandes Estados periféricos realicen políticas activas de desarrollo. Presentando los desafíos de la sociedad brasileña, el Autor expone que el primero de ellos es la eliminación gradual, aunque firme y constante, de sus disparidades internas. El segundo desafío es la eliminación de las crónicas vulnerabilidades externas, que son las disparidades económicas, pero también las tecnológicas, políticas, militares e ideológicas. El tercer desafío es la realización del potencial económico, político y militar.

Para que Brasil y América del Sur puedan defender sus intereses de largo plazo, el autor demuestra que se hace necesario el trabajo “de forma consistente y persistente a favor de la emergencia de un sistema mundial multipolar en el cual América del Sur se constituya en uno de los polos”.

Como síntesis de los desafíos de la política exterior de Brasil, el Embajador Samuel el entércala la reducción de las vulnerabilidades externas de naturaleza económica, política, militar e ideológica. Por lo tanto, es necesaria la articulación de la inclusión de Brasil en los organismos de gestión del orden mundial, como el Consejo de Seguridad de la ONU.

La obra “Desafíos Brasileños en la Era de los Gigantes” se reviste una importancia estratégica sin par, por la profundidad en la lectura del marco internacional y la lucidez en la formulación de políticas externas que promuevan los intereses nacionales y el orden jurídico internacional. Está destinada a tornarse un clásico. En ella, el autor afirma que “el destino brasileño será de grandeza o caos”. Si dependiese de hombres como el Embajador Samuel Pinheiro Guimarães, el destino de Brasil será seguramente el de grandeza.