El día 1° de noviembre de 2007, tomó posesión como nuevo director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Sr. Dominique Strauss-Kahn, ex-ministro de hacienda de Francia, como candidato de la Unión Europea (UE), que tradicional y hoy anacrónicamente indica el principal ejecutivo del organismo multilateral con sede en Washington, DC, y compuesto por 185 Estados miembros.
El nuevo director-gerente asume su puesto con grandes desafíos. En primer lugar, está el tema de la más absoluta falta de credibilidad del organismo multilateral, utilizado hace décadas por las potencias hegemónicas y, principalmente los Estados Unidos de América (EE.UU) para asegurar el flujo de capitales de los países emergentes rumbo a los agentes económicos de los países desarrollados. Véase, por ejemplo, el reciente y trágico caso de Argentina.
En segundo lugar, la construcción de una credibilidad para el FMI redundará en una reforma institucional que asegure no sólo una legitimidad del organismo por la equilibrada representatividad de los Estados miembros, sino también que afirme una política que permita el crecimiento económico y desarrollo social generalizado, y no apenas del antiguo núcleo central.
Por último, irónicamente, el FMI deberá posicionarse para lidiar con la mayor fuente de inestabilidad de la economía mundial en los días de hoy, ej. la situación de los EE.UU.. De hecho, la caída espectacular del dólar americano en los últimos meses refleja una situación precaria de la economía de los EE.UU., caracterizada por un déficit en cuenta corriente de cerca de U$S 800 mil millones, en los últimos doce meses.
Este déficit ha sido utilizado internamente para el financiamiento al consumo por parte de la población estadounidense y no para las inversiones, con los respectivos financiamientos provenientes de préstamos a corto plazo. Por su parte, la balanza comercial de los EE.UU. se presenta negativa en aproximadamente los mismos U$S 800 mil millones.
Por otro lado, este déficit ha sido financiado externamente por los bancos centrales, no sólo de los países desarrollados, sino crecientemente de países en desarrollo como China y Brasil, como forma de permitir el mantenimiento del flujo de sus exportaciones y de impedir una apreciación desmesurada de sus monedas nacionales.
El mecanismo utilizado hoy por los bancos centrales es precario y tiene límites en cuanto a su alcance futuro. Así, resulta claro que la cooperación internacional se hace absolutamente necesaria para evitar un desenlace en que la inminente pulverización y envilecimiento del dólar norteamericano venga a provocar una crisis económica mundial sin precedentes.
Para tal fin, debía utilizarse el FMI. Con todo, una reforma política institucional del organismo se impone urgentemente, como condición precedente a cualquier acción eficaz, de tal forma que el protagonismo, hoy injustificado, de los EE.UU. sea eliminado y se permita así traer disciplina fiscal y presupuestaria a aquél país, cuya gestión irresponsable hoy amenaza la prosperidad internacional.
Advogado admitido no Brasil, Inglaterra e Gales e Portugal. Formou-se em direito pela PUC-SP em 1975. Árbitro do GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) e da OMC (Organização Mundial do Comércio), e professor de direito do comércio internacional na pós-graduação da Universidade Cândido Mendes (RJ).