Temerosos de la reacción de su propio pueblo frente a la ola de protestas que alcanza al mundo árabe, en la búsqueda de una mayor representatividad popular y del estado de derecho, los gobernantes de Arabia Saudita anunciaron, el 23 de febrero de 2011, un paquete de varias medidas, por un valor de cerca de U$S 36 mil millones, con el cual pretenden enfriar los sentimientos de su población.
Dichos recursos serán supuestamente utilizados para un aumento salarial del 15% para los funcionarios públicos, con el seguro de desempleo y con la asistencia a la educación. Es más, el gobierno saudita anunció igualmente inversiones públicas de U$S 400 mil millones que serían desembolsados en 2014.
Sin dudas, el régimen saudita, que es notoriamente uno de los más corruptos del mundo, se sintió amenazado por el clima libertario predominante en los países árabes en la actualidad. Las estructuras jurídica, política y social del país representan un gran anacronismo, que se torna dramático en el mundo actual. Fundado en 1932, el Reino de Arabia Saudita es una monarquía absolutista islámica, en la cual el Corán es la constitución del país, según la ley básica de 1992. Así, la Sharia es la ley doméstica local. En el país no hay elecciones ni partidos políticos. El rey combina los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Parte de las funciones judiciales es delegada a la jerarquía religiosa, la Ulema.
Arabia Saudita tiene reservas de petróleo de alrededor de 260 millones de barriles. Las exportaciones de petróleo representan cerca del 90% de las ventas al exterior del país y el 75% de los ingresos del gobierno. El petróleo fue descubierto en 1938 y ubicó inmediatamente al país en la situación de Estado cliente, inicialmente del Reino Unido y, posteriormente, de los EE.UU.(Estados Unidos de América), posición infame en la que, aún hoy, se encuentra.
El país es un notorio violador de las más básicas normas de protección a los derechos humanos. La esclavitud fue abolida recién en 1962. No existe tolerancia religiosa. Los homosexuales son castigados. Se aplican castigos corporales. Está vigente la pena capital. La mutilación es institucionalizada como pena. Es más, la educación es medieval. Las informaciones religiosas suplantan a la educación formal.
Las mujeres no tienen plenos derechos civiles, dependiendo de la tutela masculina para el casamiento, divorcio, educación, viajes, empleo, cuentas bancarias, cirugías. Todavía no pueden conducir vehículos automotores. El adulterio femenino es castigado severamente y tiene una pena diferenciada hacia algo mucho peor (lapidación) por parte del elemento masculino.
Solamente la necesidad del petróleo por parte de las hipócritas potencias occidentales permitió, hasta ahora, el mantenimiento del régimen oscurantista de Arabia Saudita. La falta del estado de derecho en el país impide el desarrollo de una oposición laica e ilustrada. Por el contrario, favorece el desarrollo de posturas fundamentalistas.
De todos los países árabes, Arabia Saudita es uno de los que más carece de profundas reformas. Parece seguro que la monarquía absoluta no está en condiciones de promoverlas y que las potencias hegemónicas les tienen miedo. Mientras las reformas no se produzcan, ¿el pueblo del país aceptará ser comprado por un puñado de dinero? ¿Será que sus anhelos no son más abarcativos y profundos?
Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte
Advogado admitido no Brasil, Inglaterra e Gales e Portugal. Formou-se em direito pela PUC-SP em 1975. Árbitro do GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) e da OMC (Organização Mundial do Comércio), e professor de direito do comércio internacional na pós-graduação da Universidade Cândido Mendes (RJ).